lunes, 2 de diciembre de 2013

El Bobi y la Sospecha.




Por ahí de 1998, conocí al Bobi. Era primo de uno de los rateros, que rondaban por la zona en que se encontraba mi taller. El Bobi tendría unos sesenta años, pero conservaba un cuerpo musculoso y su actitud era muy vital, tenía un carácter por demás alegre y sus bromas siempre eran  bienvenidas, tanto mis ayudantes como tu servidor, disfrutábamos de sus visitas, le gustaba la cerveza y siempre cooperaba para la comida.

Una ocasión, mientras preparábamos una botana, para comer, se acerco un cliente y mientras, me pedía presupuesto de un cancel para baño, el Bobi no lo perdió de vista, el cliente, era un tipo como de unos cincuenta años y usaba unas gafas con mucho aumento. (De fondo de botella, diría mi padre) y su físico menudo le daba una apariencia un tanto cómica. Le entregue una hoja de papel con el presupuesto y se retiro, cuando estaba por perderse de vista, el Bobi comento - Ese Wey, es un claro ejemplo de quienes padecen vista pornográfica.- Sonreí divertido, pensando que había equivocado el termino.
-¿Vista pornográfica?- Interrogue sonriendo.
- Así es. Porque si le quitas los lentes, ve pura verga.

Una tarde llego con actitud seria, no estábamos acostumbrados a verlo así y nos causo extrañeza, se recargo en el banco y se mantuvo silencioso, unos minutos. Parecía estar entre triste y enojado. El Chester (Mi ayudante) Me interrogo en silencio con un levantón de cejas, yo le pedí paciencia colgando las comisuras de la boca y continuamos trabajando, de reojo vi al bobi sacar su billetera y elegir un billete.
- Oye mano,- Se dirigió a mí- ¿Nos echamos una Indio? Pa' matar la sed.
- ¿Que paso? ¿Cómo que nos echamos una? Indio. Ora si ya me paso a torcer.- Bromee pero para mi sorpresa, no la "pesco".
- Si te ofendí, te pido una disculpa. No era esa mi intención
.- De ninguna manera. Usted nunca ofende, solo por eso esta la pongo yo.
- Que se traiga de una vez las dos...O ¿Pondrías tú la otra? - Interrogo al Chester, Que ni tardo ni perezoso, asintió entusiasmado.- Simón ¿Me consigo unos limones con el verduras, mi mai?
Esto ya pintaba para una buena peda y aunque a mí, no me resultaba agradable la idea de hacer de mi taller, una pinche cantina, decidí aceptar. Total ya casi era hora de cerrar  y el bobi de verdad parecía necesitar un trago.

Después de vaciar las botellas de cerveza, se fue soltando y nos platico la razón de su pesar.
- Ando que me carga la chingada, mano. Me siento como la mierda, de que meto la pata, hasta meto las cuatro.- Inicio su narración.- Fíjate, que tengo un taller de costura, es de lo que mantengo a la familia, bueno yo ya casi ni trabajo, por eso me ves de vago. Hace unos veinte años, entro a trabajar una jovencita muy guapa y de muy buen carácter, yo tenía como tu edad (Treinta y tantos, casi cuarenta.) La trate por trabajo y de a poquito nos fuimos enamorando, yo le doblaba la edad, pero en aquel entonces no me pareció tan importante, cuando la embarace, le eche valor y me presente con sus padres. (Eran como de mi edad, ahí, si se me abrieron los ojos, de la diferencia de edades.) Les hable derecho. "Soy casado y tengo dos hijas una, la mayor, ahí se va con su hija, pero que quieren, nos enamoramos y ahora que está embarazada, vengo a decirles que conmigo no la va a faltar nada. Miren, yo no me puedo casar, ni pienso dejar a mi mujer y a mis hijas, pero a su hija tampoco la pienso abandonar," Y me la lleve a vivir en una vecindad, en lo que conseguía algo menos peor. Ella nunca se quejo, aguanto como las buenas. Ya había nacido la niña, cuando me cayo, una casa de oportunidad, Estaba barata y no muy lejos de la  mia.asi podía visitarlas más seguido y hasta me quedaba a dormir, cuando la niña me pedía que no me fuera.
Con el paso del tiempo, sus padres, me fueron tomando confianza y me aceptaron. La niña creció y mi vieja quiso volver a trabajar, conmigo ya ni soñando. Mi esposa y mis hijas ya tenían noticias de mi casa chica y como te imaginaras, anduvieron un tiempo, bien encabronadas, pero como tampoco deje de darles su lugar, se apaciguaron y continuamos con nuestras vidas.
Cuando la niña entro a la prepa, murió su abuela y ya no hubo con quien se fuera todo el día, pero como mi vieja regresa del trabajo como a las siete de la noche y ella, como a las cuatro de la tarde, pues tampoco esta mucho tiempo sola y yo procuraba verlas casi a diario, pero de pronto me llego una duda. No me preguntes como, nomas empecé a pensar, más bien a sentir, que mi vieja andaba con otro wey.

Cada vez que llegaba a la casa, me atacaba, esa sensación y me ponía de malas, con ganas de agarrar a chingadazos a algún cabron, Pero ni modo que me pusieras los cuernos delante de mi hija, está bien que hay que ser  marrano, pero no tan trompudo,  de todas maneras, no dejaba de sentir que me estaban viendo la cara de pendejo. “Aquí entra otro cabron, como chingados no.”
Un día decidí, que las cosas se arreglan de frente y delante de mi hija, le pregunte. “ ¿Tu andas con otro cabron? Sin andas con otro , nomas avísame y ahí la dejamos, pero no me vayas a querer ver la cara de pendejo, porque los mato a los dos. ¿Está claro?”
Se quedaron pendejas y lógicamente, mi hija la defendió. “¿Pues qué te pasa papa? Mi mama es incapaz de faltarte, ella de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. ¿Pues a qué hora te iba a faltar?”
Ni modo de contarle cuantas viejas me he cogido en el taller, y eso que está en mi casa.
Me tuve que aguantar, sin pruebas ni cómo hacerla más de pedo. Continué con mi rutina normal, pero no podía sacarme de la cabeza, la idea de que otro invadía mis terrenos, hasta que un día, se me ocurrió la manera de desenmascarar, al cabron, si es que existía.
Llegue en la tarde, le caí de sorpresa. Se pusieron felices y me sirvieron de comer y cuando les dije que me quedaba a dormir, hasta de besos me dieron. Casi mando todo mi plan a la chingada, pero me cae de madre, que si no lo salía de dudas no iba a poder estar tranquilo, ese pedo ya había llegado demasiado lejos.
Le pedí a mi hija que me trajera de la tienda, dos caguamas y unos cigarros. Mientras veíamos la tele, me tome una y como jugando, le fui raspando la etiqueta a la otra y cuando me preguntaron si me la destapaban, les dije que no, que me la guardaran en el refri, para otra ocasión. Esa noche, cogí con mi vieja, como cuando estábamos mas chavos y me pregunte si no me estaría yo imaginando, puras chingaderas, pero ya se vería, de eso se trataba.
En la mañana, le dije que se bañara y preparará el desayuno, mientras yo tendía la cama. Se sorprendió un chingo y me cotorrearon entre las dos, yo me sentí, hasta culpable, si se veían bien inocentes, chinga. De cualquier modo, si no había delito, ni cuenta se iban a dar y yo salía de dudas, de una buena vez. Cuando tendí  la cama, doble una esquina de la sabana y la cubrí, con las cobijas y la colcha. Un pinche calenturiento, ni cuenta se iba a dar y ni modo que la tendieran igual. Desayunamos y cada uno salió a sus ocupaciones, mi vieja no iría a su trabajo, porque tenía cita en el seguro y mi hija, a la prepa, como siempre. Si mi vieja andaba buscando la oportunidad de meter un cabron a la casa, era justo ese día.
Todo el día anduve inquieto, no encontraba sosiego, nada me garantizaba que mi plan pudiera funcionar, además sentía un chingo de miedo, miedo de tener razón, nomas de imaginarme, me sentía como vencido, como sin fuerzas. Termino el turno y le dije a mi esposa, que me venía un rato al barrio. No me creyó mucho, que digamos, pero no me deje convencer de quedarme y me fui en chinga a la casa chica.
Llegue bien bravo. Ellas me querían consentir, pero ni madres que me deje. A mí me interesaba salir de dudas y luego, luego, les pedí la caguama. “Échame mi caguama, pero rapidito, que traigo mucha sed.” Ellas nomas se vieron y que me la van trayendo y que tiene la pinche etiqueta completita. “Ah, que jija de tu chingada madre. ¿No que no entra otro cabrón a esta casa?” Se le cayeron los calzones y me dice. “ ¿Cómo crees, que voy a meter fulanos, si esta la niña?”
. Esta pinche botella, se las pedí nomas para comprobar y ayer le arranque la pinche etiqueta. ¿Me vas a decir, que se arreglo sola? ¿Quien chingados , se tomo mi cerveza?
Se vieron un instante, con cara de quien esta viendo un fantasma y para rematar le dije- Ora vamos a ver si te atreviste a coger en mi cama. Hija de tu chingada madre.
 
Destiendo la cama y la sabana ya no estaba doblada. Que poca madre. Que me le voy encima y que la surto a putazos, quería matarla, mai. Quitarle lo puta a madrazos, pero mi hija se metió en medio de los dos y ni cómo hacerla a un lado, ni modo de chingarmela también.
Me fui bien emputado, pero antes le dije, que nunca me volviera a buscar, porque si la volvía a ver la mataba. La deje bien puteada, hasta las pinches manos me dolían, de los madrazos que le puse.
Anoche, como a las once, yo ya estaba acostado, cuando tocaron la puerta y mi esposa salió a abrir y me dice, que me habla un joven, muy sospechoso, que no quiere dar recado, que nomas a mí. No, pos yo por si las dudas, que me guardo la pistola, con tanto culero suelto, ya no se sabe. Salgo y me dice, bien quedito “Disculpe que lo moleste, señor, pero aquí a dos calles, esta una señito y me pidió que le dijera que necesita hablar con usted, que es una emergencia,” Me ve que tengo desconfianza y me entrega un anillo que le regale a mi vieja, un chingo de años antes. Le di las gracias y cincuenta pesos, entre por una chamarra y le dije a mi esposa que se había muerto un amigo y me iba a velarlo, me pregunto si me acompañaba y le dije “Si quieres, pero es del barrio,” Luego, luego se arrugo. No le gusta venir, le da miedo. Encabronado y todo, me preocupe por mi vieja, Parada allá sopla a esas horas, con tanto pinche malviviente que hay en la zona. Me fui casi corriendo y cuando desde lejos la vi, le baje el ritmo a la caminata, pa’ no verme muy interesado ¿Tu, me entiendes no? Llego y le digo “¿Ora que chingados quieres? ¿No te dije que no quería volverte a ver?”
-          No es por mí, Bobi. Es por la niña. No la veo desde ayer en la mañana.
No mames, mai. Se me cayeron los calzones, hasta escalofrío me dio, adoro a esa chamaca, pero teniendo otras dos hijas mayores que ella, ya no tan fácil me espanto, ya tengo horas de vuelo y luego, luego me imagine donde podía estar “¿Tiene novio?” le pregunte, me dijo que si, “¿sabes donde vive?” Me dice” Si, pero ya fui dos veces y me la niegan, dicen que ahí no esta.”
-Ah, como chingados no. Orita nos van a decir la verdad.
Que llegamos a la casa del pinche novio y mi vieja decía que si el `padre del wey era muy cabron y que si la madre muy grosera y que si la cuadra muy brava “Pa, que chinguen a su madre todos a mi me van a decir donde esta mi hija o se los carga la chingada” Toque muy amablemente el timbre, pero ya quería empezar a repartir madrazos. Se asoma un wey como de veintitantos, por la ventana del segundo piso y se quiere poner mamon. “Ya le dijimos que aquí no esta su hija, que tanto molesta.”
“Tu cállate y háblale a un wey con huevos. Tú todavía avientas chis. Pinche escuincle pendejo. A mi mándame un cabron que se quiera morir ahorita mismo”
Ja, ja. Como que ni me había visto, cerró la ventana en chinga. Oí unos paso y se abrió la puerta, yo no pendejo, ya traía la fusca en la mano. Sale un wey como de cuarenta y tantos y me dice” Cálmese amigo, pos si es la ley de la vida, a la chamaca nadie la secuestro, está aquí por su gusto, ella es la que no quiere verlos. A ver tu, Háblale a la chamaca y usted guarde su pistola, amigo, ya somos como de la familia, no es manera de empezar.” Doy una ojeada y veo un chingo de mirones. Me guarde la pistola, justo cuando iba saliendo mi hija. Se me abraza y me dice “Perdóname, papa.”  Y cuando le pregunto por qué lo hizo, me contesta “Es que siento re feo que le pegaste a mi mama por mi culpa porque yo soy la que metía a mi novio a la casa cuando mi mama no estaba”
Puta madre, esa no me la esperaba y desde anoche hasta ahorita, no he podido sacarme el pinche remordimiento de haber dudado de mi vieja y no sé como pedirle perdón. ¿Qué hora es?
-          Veinte pa’ las seis
-          Todavía tengo chance de ir por ella a su trabajo, le pido perdón y  me la llevo a cenar. Préndanme una veladora pa que me perdone.
Y a toda prisa se alejo.
Chester se mantuvo unos instantes en silencio y de pronto dijo “Que pedote armo esa chamaca ¿No? Por eso cuando me lleve a la mía, le voy a decir que deje una carta.

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